Me consideraba una chica fea,
anómala y para cagarme más la existencia, con una muy mala reputación, aquella
que mi ex enamorado y su mejor amigo me la crearon para saciar todo su ego de
hombre macho que se respeta, porque así son los hombres, te tocan la teta y
ellos cuentan que te tocaron todo el cuerpo, les dices que son encantadores y
ellos en su diminuto cerebro procesan que una se muere por ellos. Acostumbraba a andar con faldas largas y
poleras de la promoción de colegio,
mucho más aterrador era cuando me levantaba con el pelo horquillado y sin
maquillaje andaba bien campante por las calles limeñas, donde mientras más
desnuda estas más ojos sientes en la nuca, en mi caso no me miraba ni el perro
que meaba de pasada en un poste.
Todo empezó cuando me agrego al
“Facebook” un extraño de mi universidad, yo era la más emocionada, comencé a
darme cuenta que en verdad no vivía en una ciudad de ciegos, ya que recriminaba
profundamente a esas rubias sin cerebro que veía fumando” marlboro” rojo en la puerta de mi centro de estudios y que todos veían su tinte carísimo. Me dijo
que se llamaba Mateo, al poco rato, misma aguantada, quedamos en vernos en la
esquina de mi casa, me dijo tantas tonterías que me enamoro. Sin darme cuenta
ya teníamos tres semanas de relación y ya había perdido mi virginidad con una
persona que no conozco bien, típico de muchas de nosotras.
Cuando en verdad me entere que
Mateo era un bueno para nada, que paseaba por toda discoteca limeña agarrando
de cojudas a ingenuas como yo; no tuve otra opción que revolcarme con su mejor
amigo; mala decisión, pues a los cuatro días ya todo el mundo me conocía como
la fácil. Me costó mucho superar esa etapa tan dura y rica en mi vida.
Ahí estaba el, con las manos
largas y delicadas; con el cabello rizado, los ojos café y la voz tan
exuberante, era primo de mi mejor amiga y definitivamente ya sabía que era
soltero, pues nunca había tenido enamorada, era gay. Se llamaba Javier, estaba
perdidamente enamorada de él.
En mi mente me sugestionaba
pensando que la suerte no me quería.
Martes a primera hora, salí a
caminar y fumar como todas las
madrugadas, pues comenzaba a notar algunos rollos que de tener dos centímetros,
veía que tenían dos metros; por pensar mucho mientras cruzaba la calle a dos
cuadras de mi casa, vino una moderna camioneta y me embistió, solo recuerdo que
desperté en hospital y que me dijeron que el causante del accidente se estaba
haciendo cargo de todo, pero era por gusto, pues ahora soy minusválida. La vida
me cambio drásticamente y con ello aprendí
que nada es imposible cuando en verdad quieres alcanzar una meta. Me propuse a
estudiar y acabe mi carrera, ahora tengo una buena profesión y un esposo
maravilloso.
CON ESTA PEQUEÑA HISTORIA QUIERO
RECALCAR QUE NOSOTROS PODEMOS TODO, SIEMPRE Y CUANDO ASUMAMOS LOS RIEGOS, COMO
ESCUCHE UNA VEZ, SI A LA VIDA LE OFRECES UN CENTAVO, LA VIDA TE DEVUELVE UN
CENTAVO. VIVAN QUE LA VIDA ES SOLO UNA Y ES AQUÍ Y AHORA.