jueves, 29 de diciembre de 2011

Nada se compara

El clima cambia por donde pisan tus zapatos, la sombre se ilumina con el cáliz de tu mirada tan dulce como esotérica, eso denotas a millas de mis pupilas. El mejor orgasmo de este mundo, al escuchar a Bartok , mentalizar cuadros de Humareda y versos tristes de Vallejo, regalo de dioses naturales para un mortal siervo de una adicción diabética por la dulce poesía.

Cuando estuve en las profundidades de lo más negro, donde nadie podía estirar una mano y sacarme, mis dedos comenzaron a cobrar vida y bailar un vals criollo con el teclado de mi computadora. Cada vez que la sinfonía de tus curvas me petrificaba eternos segundos, pensaba en no seguir pensando para no comprometerme a fondo con tu carácter tan sutil y perpetuo.

A donde iré a parar sin extremidades pero con sangre, te seguiré a donde no vayas para así extrañarte más y sufrir placenteramente mientras lloro versos en un pedestal de aluminio inclinado ante una cruz que es mi propia conciencia.

Nada se compara a no saber sobre que escribes pero hacia dónde va todo lo pensando, al purgatorio de la nada, lugar donde nací, crecí, me desarrolle y morí y en un parpadeo volví a nacer.

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