Entre puño y sangre me siento a vísperas de mi muerte, una piedra de amiga y dos cigarros de consuelo, hoy la vida me sonrió por última vez, inútilmente, le saque el dedo medio mientras veía fornicar a la llama blanca de Ventura García Calderón con una oveja negra anónima. Abrí los ojos y yacía entre tinieblas y burdeles llenos de algarabía momentánea.
Ahí termino la mitad de mi vida zigzagueante en un camino recto.
Parece mentira decir la verdad de mis mentiras en un mundo que camina de espalda, con una venda en los ojos y el cuchillo de la traición en ambas manos. Dentro de la burbuja de maldad encontré un girasol, tan radiante, tan bello, tan frágil y a la vez osco. Regué con mis lágrimas ese engendro de la naturaleza con dioses griegos, ahora el riego es con amor, una palabra que resume todo sentimiento encontrado y por encontrar.
Una idea efervescente deambula por mi cabeza y solo hablo de una de miles; pero una hace la diferencia, una manda y el resto la siguen.
Quería escribir un poema sin rima, sin alegría, completamente oscuro como era mi corazón hace dos años bisiestos cuando yo era él y él era yo.
Gracias dedos de mi vida por permitir desahogarme con furia, gracias pluma por donarme la sangre que a veces me falta en la cara.
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