jueves, 30 de junio de 2011

La flor y mi cigarro.

Y agarre la flor naranja intocable con semilla atroz o tal vez el sentimiento de todos los humanos cuando están excitados y me prendí un cigarrillo…

El humo gris azulino que se eleva entre mis dedos, la cenizas que se cae por mis distracciones placer de inhalar y exhalar mi muerte. Todo se vuelve oscuro cuando pienso en lo que está por venir, sintiendo el apocalipsis cerebral en mis uñas; todo lo que venga, este o no preparado esperare, como un bárbaro europeo en las llanuras más difíciles de la labia humana, arma mortal que enciende la guerra fría de mi ideales perturbados, distorcionados, polarizados, radicales y estúpidos, para otros, pues para mi es única religión.

Como se consume en el cementerio de la colilla, lo mismo sucede con mi vida; en menos de dos minutos, muerto y resucito, ya se imaginan que paso todos días del año. La vida es simple y clara, más clara que simple, el aprendiz no quiere aprender por miedo a hacer un desliz.

El color y el olor del sudor de la tierra bañan mi cuerpo con honor. Si considero un honor estar con personas contadas con mis dedos, también hay quienes me deben un favor, que les cobrare, por supuesto, la ruleta rusa en una caja envuelta con papel de regalo se encargara de las deudas con exceso de interés.

Las putas de mi vida siempre quedaran vigentes en mis pensamientos, porque gracias a ellas experimente placeres y nostalgias, la duda desnuda; adoro hacer esto. Mala suerte, las putas son mis experiencias.

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