miércoles, 12 de octubre de 2011

Pandora.

Quiero oler el sabor de tus labios caviares y beber la humedad de tus besos fogosos. La vida me enseño a vivir a querer queriendo y amando a quien odio más, pero hay un error muy bello en los hilos del destino destejidos, teñidos con tus abrazos viscosos.

Cada vez que me arrastro entre tus pechos siento que la primavera se acerca y el otoño huye del color rojo de tus ojos; grandes, chicos, profundos, eternos, me sobran frases para describir ese momento en el cual mi mirada se desorbita al ver tus pupilas dilatadas. Todo lo que importa ahora es ser el que nunca fui y que aun no me convenzo que seré.

Algún día fui el juguete sexual de un minotauro o el pañuelo de lagrimas de una prostituta enamorad de un fraile. Ahora quiero tener las agallas para seguir saliendo de este hoyo tan espeso y adictivo que se llama placer, porque es distinto hacer el amor que amar y no hacer nada.

Las letras se acaban, el teclado se termina y aun no tengo el verso exacto para susurrarte al oído mientras cantas gimiendo toda mi inspiración reciclada o de primera mano; se acerca el término de la noche eterna en mis manos para que salga el sol sonriendo por darle culto en mis dedos llenos de chispa y material combustible.

Quiero un alma que se coma a la mía mientras la caja suene expulsando arte…

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