viernes, 25 de noviembre de 2011

Pendejo imperfecto.

Y se venía venir en dos patas, el caballo tatuado de mi enemigo, rubio como la piel de mi mano por tantas masturbaciones, grueso como el cuello de mi tía con tiroides, se llamaba ansiedad, era una completa hija de puta con mi dulce y tierna persona.
No sé nada de mujeres, solo sé que cada dos días encuentro al amor de mi vida, en esos dos días la amo incondicionalmente como si fuera el último día de mi existencia; no es una virtud, es una indecisión que me crucificara de por vida. Un tiempo quiero locas, otro mojigatas, un tiempo chicha otro limonada, no puedo mezclar porque me da el síndrome de “quiero cambiar”, es una forma de mentir a tu alma cuando en verdad solo quieres vivir hasta morir y morir para poder vivir.

Mientras mi padre me decía que heredaría todo, yo pensaba en elefantes blancos que corrían en praderas desiertas sobre mis ojos, pensaba en todo lo bueno de la vida, hasta que descubrí que podía escribir, ese momento fue el inicio de una vida sexual con mi mente, ahora tengo orgasmos liricos cada segundo que escribo y culmino con un punto final que más tiene cara de coma, porque es de nunca acabar. Con letras ilusioné a los más ilusos y decepcione a los que más quiero, vivo una condena de por vida hasta que me corten los dedos de la mano y de los pies.

Cuando escribo películas enteras pasan sobre mis ojos como si estuviera agonizando, veo actuaciones tan perfectas que aplaudo en silencio para que mi familia no piense que cada día estoy más loco y me pongan dos psiquiatras mas.

Hoy nada de poemas, versos y cosas románticamente sexuales y anormales, solo confesiones de un pendejo imperfecto.

No hay comentarios: