miércoles, 7 de septiembre de 2011

Mi cama.

Qué lindo anochecer, bajo la luna blanca reflejada en mi pecho oscuro, deja de mirarme cuadro vivo con mirada sigilosa. Abre tus piernas y deja penetrar mi sueño eterno por solo segundos, abre los brazos y deja que te abrase los glúteos con pluma de ganso. Acógeme, si deseas cogerme con tus cuatro extremidades vigorosas con mucho soporte.

No hay nada como echarte en tu propia cama después de escribir hasta que me salgan dedos en los callos y queme cerebros en mi neurona. Así funciona conmigo, yo nací luego mi madre pario, corrí y luego aprendí a caminar, morí y ahora escribo sin saber que significa la palabra detente.

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